Desde que la dejó su novio, esta rubia 19 se había vuelto hosca y rebelde, siempre desobedeciendo y dando malas contestaciones a su madre. Esta, muy preocupada, pensó en llevarla a terapia familiar, para ver si con una profesional como mediadora ella se abría y solucionaban los conflictos. Y no se sabe si la terapeuta era una zorra morbosa, o ellas entendieron todo al revés; el consejo profesional fue que tenían que acercarse todo lo posible y compartir tiempo, incluso espacio, juntas. No sé por qué eso las hizo pensar en que tenían que volverse tortilleras y, además, ser unas guarras incestuosas. Pero ahí quedaron, comiéndose los coños en el despacho de la psicóloga y dejando ir sus corridas.