Ya era extraño que estas chicas decidieran hacer una fiesta de pijamas sólo ellas dos, sin ninguna amiga más, y siempre ante la invitación de la jovencita japonesa. Claro que lo que ella quería en realidad era quedarse a solas con su amiga, a poder ser con una cama de por medio, y con la menor cantidad de ropa posible. Pero esto no era imprescindible, ya se encargaría ella de tener a una chica desnuda en menos que canta un gallo a su alcance, y justo eso pasó; y una vez en cueros viva, la amiga cayó en sus redes después de unas cuantas lamidas de tetas y unas cuantas caricias.