Está claro que las chicas futbolistas pueden ser tan salvajes en sus victorias como los chicos, y que su forma de soltar la adrenalina también es con sexo. El vestuario femenino es el escenario de una fiesta sexual por todo lo alto, una orgía lésbica en la que sacan todo su arsenal de consoladores y dildos. Sin siquiera acabar de quitarse la equipación, las chicas empiezan a abrirse de piernas para recibir las lenguas de sus compañeras en sus coños mojados, excitados por la victoria. Y luego empiezan con las masturbaciones e inserciones, hasta que todo el suelo acaba empapado con sus corridas.